martes, 6 de noviembre de 2007

La Caza

Porque el hombre
Tal vez no sea
Más que un sabueso
En este coto cerrado del planeta.
Y yo pienso que él solo… este perro de caza
Tiene que levantar la pieza:
“La Ley del Universo”…
Perseguirla, darle alcance, apresarla entre los
dientes y traerla,
viva o muerta,
a las manos del Gran Cazador
que lo observa todo… y espera.
Este es el juego
Dios es el cazador… y la vida una caza sin tregua,
Donde el olfato del perro,
Su ingenio y su destreza
Es lo único que en este
Espectáculo interesa.
En esta caza
El botín no es lo que cuenta.
Lo de menos es lo que se cobra.
Lo de menos… la pieza.
La pieza es el secreto, el gran secreto
Que Dios tan sólo sabe en qué lugar se encuentra
El la ha escondido
Para tener al perro siempre alerta.
Acaso es un pretexto nada más…
Tal vez un palo sucio y lleno de algas
Que ha arrojado a la playa la marea.
Aquí el perro es el héroe…
El perro es el héroe de4 esta metafísica tragedia…
Y Dios, el gran espectador,
Que atentamente observa.
El perro va y viene,

Desgarra la maleza,
Escarba en los barbechos,
Se mete como una comadreja
en el túnel angosto de los topos…
A veces levanta al cielo la cabeza
Porque piensa, ¡sueña!,
Que la caza es de alta cetrería
Y lo que hay que cazar es una estrella.
Este es el juego
Hasta la fecha;
El hombre, cavando pozos en la tierra
O disparando cohetes y sputniks a las estrellas…
Y Dios… allí esperando,
Sentado en una piedra
En su trono,
En la roca mas alta del planeta.

Un día
Llegará el perro a su presencia,
Tal vez con un palo sucio entre los dientes,
Tal vez con una estrella.
Dará igual.
Lo importante es el juego…
Lo de menos… la pieza.
Y Dios dirá: Esta es la “Ley del Universo”:
La busca, la rebusca… la angustiosa rebusca
Que tiene al perro siempre alerta.

Felipe, León; Llamadme Publicano; Visor, Madrid 1982